20 de junio de 2010

1:47 am


Ayer me sentí sola, realmente e inevitablemente sola.
No sabía que pensar, decir o imaginar… nada, en mi cabeza no aparecía nada que me hiciera sentir mejor, que me aliviara la soledad.
¿Nunca has tenido esa sensación? Seguro que si, estoy casi segura de que la conocemos todos, de que alguna vez en la vida la has experimentado.
Te sientes vacio, tienes la sensación de no pintar nada ahí, de no estar haciendo nada que valga la pena, estas haciendo esfuerzos por ser alguien que a lo mejor no es quien debes ser, de hacer cosas que no tendrías que hacer… no se es una sensación extraña pero ya conocida en alguna que otra ocasión.
En ese momento mientras me lavaba la cara para meterme en la cama, empecé a pensar en eso, en que me sentía sola y que realmente lo estaba, no había nadie a mi lado para decirme; no, no lo estas, yo estoy contigo y no me voy a ir. Ese fue el momento, en esa fracción de segundo una lágrima comenzó a asomarse por el rabillo del ojo y poco a poco fue haciéndose mayor hasta que la lágrima decidió abandonarme y descendió por mi mejilla. Detrás de esta… siguieron otras.

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